Concluido
el comentario del extraño personaje, la multitud poco a poco comenzó a entrar
en plática, pero fue hasta que el alguacil levanto la voz y le solicito al
desconocido que se identificara. De nuevo esa voz ronca y envejecida por los
años se dieron a escuchar diciendo – mi nombre señores, no es de importancia en
este momento, el de ella si lo es, pero primero debo contarles algo que deben
saber antes que cualquier otra cosa- doña rosa interrumpió –como podemos
confiar en lo que nos dirá- el desconocido retomo la palabra –simplemente no
pueden, así como llegue me iré, pero no tienen de otra que escucharme, así que
les pediré que guarden silencio y me escuchen por favor-. Como padre que calla
a sus hijos, el desconocido había logrado tener la atención de los pueblerinos,
los cuales escuchaban con gesto de curiosidad su narrativa.
La
multitud se enteraba de la historia de la chica, mientras que en la casa del
cazador los que se habían quedado en vela del cuerpo, para evitar la rapiña de
los animales que merodeaban el lugar; seguían desarrollando sus teorías de lo
que le había sucedido al cazador, así que comenzaron a husmear entre las cosas
del difunto pasando por fotografías, documentos, reliquias y un sin número de
restos de animales disecados, parecían estar en todas partes, como adorno de
lámpara, como mochila para herramientas, como cinturones, etc. Pero entre tanto
uno de ellos se quedó perplejo con la mirada fija hacia el rincón que se forma
cuando la puerta está abierta, entre tartamudeos llamo a sus compañeros, al
verlo una avalancha de escalofríos se dejó caer sobre ellos dejándolos
inmóviles ante aquella escena de la que nunca se hubieran imaginado. Entre
titiriteos de los dientes que sonaban por el miedo que había entrado en sus
mentes y cuerpos uno se dio el valor para hablar – ¿Qué hacemos con él?
-¿Con
quién?- Replico Martin, -está muerto, no hay nada que hacer solo enterrarlo-
mostraba cierto sospechoso nerviosismo, pero no fue bien percatado por los
demás, pues todos estaban ya muy nerviosos por la situación – no puedo creerlo,
esto es verdaderamente inhumano- menciono Laureano. Ante ellos se encontraba
Rubén, el herrero del pueblo, quien había desaparecido tres días antes y ahora
estaba ahí completamente vendado de pies a cabeza, como cual movía, tal parecía
que esa era la intención de quien había cometido esa barbarie, solo su rostro
estaba descubierto, pero aun así era difícil reconocerlo puesto que tenía una
crema sobre el rostro que impedía su fácil identificación.
Como
pudieron lo levantaron de ese rincón y lo pusieron sobre la mesa de la sala,
para darle una velada digna. Cuando ya hubiesen acomodado el cuerpo sobre la
mesa, Martín se percató de un sobre en la misma posición donde estaba el cuerpo
de Rubén, al parecer estaba debajo del cadáver.
Tomó
el sobre en su mano y prosiguió a abrirlo, se rodeó de todos los que estaban en
el lugar esperando conocer el interior del sobre, y ya abierto empezó a
desdoblar una hoja de papel, se trataba de un dibujo en que se mostraba una
pareja de enamorados tomados de la mano en la cima de una colina, la cual
coincidía con la colina donde yacía el cuerpo de la chica. Se miraban entre
ellos mismos tratando de entender lo que significaba. La silueta de los dibujos
asemejaba los cuerpos del cazador y de la joven asesinada.
